La seda era la mercancía más prestigiosa que se comercializaba desde la ciudad china de Xi’an. Con esta fibra natural, producida por las larvas de la mariposa Bombyx mori, se elaboraban las telas más codiciadas, inicialmente, solo reservadas para la familia imperial china.

La Ruta de la Seda fue una red de rutas comerciales organizadas a partir del negocio de la seda china, que se extendió desde el continente asiático hasta llegar a Valencia en el siglo XV. Era un camino por el que circulaban toda clase de comerciantes, científicos, soldados, sacerdotes, diplomáticos y aventureros portando seda y otras mercancías, como porcelana, hierro o especias.

La ciudad de Valencia de la época ya era célebre por sus sederías, sirviendo como modelo a Barcelona, Murcia o Toledo, entre otras. Este tejido fue durante siglos la industria más potente de la región, gracias al cuasi monocultivo de la morera en las huertas valencianas.

La segunda mitad del XVIII fue el momento de máximo esplendor: veinticinco mil personas se dedicaban a la industria de la seda en la ciudad. A finales del siglo XVIII, cerca de tres mil telares para confeccionar seda se concentraban en el barrio valenciano de Velluters. Un espacio en el que sus edificaciones todavía reflejan la relevancia de esta industria entre los siglos XV y XVIII en Valencia.

La Lonja de los Mercaderes, conocida como Lonja de la Seda (1482 y 1548) en homenaje a la que fue pionera industria valenciana durante tantos siglos, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996.

A pesar de la decadencia de la seda en Valencia a partir del siglo XVIII, su industria pervivió gracias a la decoración, a la ornamentación de iglesias y a la elaboración de trajes tradicionales valencianos.

Actualmente, en pueblos como Moncada aún perdura a fabricación de seda, elaborada con máquinas Jacquard del siglo XIX en los que se continúa tejiendo a mano, sin ningún tipo de mecanización, telas de seda.

Fuentes: Comunitat Valenciana y Love Valencia.